España en Italia

Además, durante aquellos días nos ocurrió otra cosa bonita: conocer a Gianluca y a su novia Sabrina. Por fin fuimos a su casa en Monte Mario, y nos sentimos impresionados por el recibimiento. ¡Era como si ya fuéramos sus amigos! De ese tipo de personas enérgicas, positivas, de mente abierta, desconcertantemente familiares con alguien a quien acaban de conocer y siempre preocupadas por lo que uno pueda necesitar. Vamos, gente «operativa» (palabra que Gianluca había inventado para definir todo lo que le parecía «de puta madre»).

Gianluca y Sabrina couchsurfers Roma

Gianluca y Sabrina

La primera noche nos sorprendieron, para colmo, con una cena curradísima y ¡hasta probamos por primera vez el vino de misa! (los curas no son tontos: estaba buenísimo). Comimos entre risas, celebrando habernos conocido y hablando medio en español medio en italiano. Gianluca es un fan total de España, a la que ha adoptado como segunda patria. Aprendió castellano de forma autodidacta mirando pelis y viajando por la piel de toro. «Cuando me estreso, me pillo un vuelo barato a Barcelona, donde tengo amigos: es como mi ciudad adoptiva», nos contó. Pero además había viajado en plan mochilero por Andalucía y otras partes del país. Su nivel de castellano era alucinante: conocía toda esa jerga que no se aprende en los cursos de idiomas y nos ponía música de Muchachito, Che Sudaka y todos esos grupos no muy conocidos por los italianos en general. Una bandera española lucía en la pared; después de algunos días en su casa, ya no sabíamos en qué país estábamos.

Tras la cena, nos mostraron los armarios y la nevera insistiendo: «¡no se os ocurra comprar nada, coged de aquí lo que queráis!». Lo agradecimos de corazón, pero les hicimos caso sólo muy parcialmente, claro, porque si no los efectos sobre su despensa habrían sido devastadores. La segunda noche nos invitaron a salir a tomar algo con unos amigos suyos, y vamos a aprovechar este episodio para hablaros de algo que se ha convertido en una de las situaciones recurrentes del viaje.

El local era un poco caro, así que cuando llegó la salerosa camarera preguntando qué queríamos beber no la veíamos a ella: ¡veíamos al cobrador del frac! La carta de precios nos puso malos: ¡una cerveza valía más que nuestro gasto de todo un día! (vale, sí… nuestro gasto por día era escuálido como una acelga pocha: unos cuatro euros por persona). Las ventas en Roma no eran muy factibles: los cuadros con spray estaban muy vistos allí y nosotros pintábamos mal, los tenderetes de bisutería y artesanía proliferaban todos los días por las calles del centro y de las afueras y, en nuestro intento de vender al lado del castillo de Sant’ Angelo, no tardó ni una hora en echarnos la Guardia di Finanza (¡sentimos lo que es ser un mantero que vigila todo el rato para esconderse cuando lleguen!… aunque también presenciamos su racismo, pues fueron infinitamente más condescendientes con nosotros que con los paquistaníes y africanos).

Piazza di Spagna Plaza de España Roma

Plaza de España

Así que no teníamos precisamente mucha pasta para tomar algo. Y nuestra incomodidad por esto se convirtió en un freno a la hora de relacionarnos cómodamente con el grupo. Es como si una especie de «vergüenza» nos hiciera retraernos en nosotros mismos: no porque ser pobre sea motivo de sonrojo, sino porque notamos que eso pone a los demás en una situación comprometida. Dijimos con despreocupación que no queríamos tomar nada, como solemos hacer en estos casos (otras veces, para no hacer sentir incómodos al resto ante nuestra «pobreza», uno de nosotros consume y el otro no). Y entonces nuestros anfitriones hicieron ese acto de generosidad que nos hace muchas veces sentir aún peor: nos invitaron a la fuerza a los dos.

Son ese tipo de situaciones extrañas a las que te aboca un viaje de este tipo: momentos que seguramente para la persona que decide invitarnos no significan nada especial pero que a nosotros, que antes del viaje estábamos acostumbrados a poder corresponder a las invitaciones o a pagar nuestra consumición, nos colocan en un callejón sin salida: pagar no podemos porque hemos reducido los gastos al mínimo y nos lo quitaríamos de comer, aceptar la invitación tememos que sea de aprovechados y decir que no queremos nada crea a los demás una incomodidad… Por eso hemos preferido otras veces quedarnos sin salir: son algunos de los inconvenientes de viajar sin pasta que nos gustaría saber cómo resolver (¿se os ocurre alguna idea? ¡Esperamos vuestras sugerencias!).

Al salir del bar, en medio de un frío que calaba hasta la médula por las noches (el invierno nos había seguido también a Roma), mereció la pena bajar del coche para ver el lugar al que Gianluca y Sabrina nos llevaron: en una solitaria plaza del Aventino (la Piazza dei Cavalieri di Malta), miramos por el ojo de la cerradura del Priorato de la Orden de Malta y, como enmarcada aposta, vimos por ella la resplandeciente cúpula del Vaticano en medio de la noche. Aquella era en realidad la puerta de un huerto, situada justo en el ángulo preciso para ver a la vez tres países: Italia, Malta y el Vaticano. Un bello secreto romano que nos encantó. Y otra cosa que agradecer a este «italospagnolo».

5 Respuestas a “España en Italia

  1. No ir a los bares! 🙂 Antes de llegar a esa situación, es mejor eso, pero lo cierto es que es la única manera de socializar… quizás otra idea es explicarles antes de llegar al bar vuestra situación, es mejor que os insistan a invitaros fuera del bar que delante del camarero… si se me ocurre más, os lo cuento. jajaja.

    Mucho ánimo con el viaje!!

    • ¡Pues el tema es que durante el viaje apenas fuimos a bares! Pero a veces vas con alguien y ocurre de forma imprevista, o tu couch te plantea «he pensado que esta noche hagamos esto»… y no quieres sentirte un aguafiestas. Tienes razón en que tal vez lo mejor sería plantearlo antes; normalmente esperábamos que una vez dentro del bar podríamos escaquearnos y no tomar nada pero al final o nos invitaban o había que tomar algo. Tomamos nota. No es que no sea incómodo usar la técnica que propones, pero ¡sin duda es mejor que la nuestra! 😉

  2. Soy de argentina y espero estar viajando a europa en septiembre/octubre con esta modalidad que nos facilita couchsurfing. Me encantaria tener algún contacto con ustedes por medio de skype o facebook para preguntarles algunas cosas. matiasjose78@hotmail.com

    muchas gracias

Deja un comentario