Campania: «Hospitality south»

Luca vivía en Scafati, una pequeña ciudad cerca de Nápoles y tan pegada a Pompeya que no se podía distinguir dónde empezaba cada una. Creíamos que su oferta de alojarnos se limitaba a tres o cuatro días… lo habitual. ¡Lo que no sospechábamos es que estaba a punto de cernirse sobre nosotros la famosa hospitalidad del sur! Para empezar, nos cedió su cama y se fue a dormir al sofá, desoyendo nuestras protestas. Pero no sólo eso: Luca pretendía que conociéramos algo más de la gastronomía italiana, así que frecuentemente cocinaba algo para nosotros y nos preparaba todos los días su delicioso café (¡en esto del café, los italianos tienen mucho arte!). Se mosqueaba cada vez que nos veía aparecer con bolsas de comida: «¡pero si yo tengo un montón, gastad de lo mío!» (menos mal que no le hicimos mucho caso: ¡con todo el tiempo que acabamos quedándonos en su casa, le habría salido más barato tener hijos!).

Luca Di Russo Mafalda Vaccaro Scafati

Luca y Mafalda

Además, Luca nos obsequió con una de las cosas que más nos gustan: conocer gente. Nos presentó a su amiga Cristina, que venía de estudiar español en Valencia y se había propuesto difundir por Italia la paella. Luego Luca preparó una reunión de amigos donde conocimos también a Alfonso, su mujer y su simpático niño; nos invitó al cumple de su amiga Patrizia (en un bar donde entre el fuerte ruido de fondo y el dialecto ¡no nos enteramos ni papa de lo que allí se hablaba!) y a una cena en casa de Francesco, donde lo pasamos muy bien además de conocer refranes y comida típica, y vimos la mayor concentración de periodistas italianos de nuestra vida. Allí estaba también Umile, que trabajaba para una tele local y uos días antes nos había hecho un reportaje sobre el viaje. Luca, por su parte, nos entrevistó para un periódico.

Y, no contento con todo esto, ¡nos llevó gratis al baloncesto! Él era del Scafati Basket, y uno de los encargados de escribir las crónicas. Así, asistimos al primer partido de baloncesto de nuestras vidas… ¡desde la tribuna de prensa! Volvimos varias veces al estadio, así que Jorge se terminó haciendo «tifoso» del equipo (que encima ganaba siempre) mientras yo, que siempre me pongo del lado del débil, le llevaba la contraria y apoyaba al rival, por chinchar. Conocimos a los «ultras» del Scafati (que eran gente pacífica) y ellos nos presentaron a los dos jugadores que más nos llamaban la atención: Thomas y Casini. Entre los partidos del Scafati y los de fútbol en casa apoyando al Napoli, vivimos las semanas más deportivas de nuestra poco forofa existencia. Gajes de vivir con un periodista deportivo… ¡sólo le faltó ponernos a correr!

Pasta e fagioli con le cozze

Pasta e fagioli con le cozze

Luca tenía además otra sorpresa: su madre. ¡Por fin pudimos conocer a una auténtica «mamma» italiana! Sí, de esas famosas mundialmente. Intelectual y sin delantal, pero «mamma» al fin y al cabo. Se presentó en casa cargada de fiambreras con platos típicos de la Campania y algún que otro regalo (ropa que ya no usaba, cosas para vender en el tenderete…  a España me traje conmigo una original muñeca hecha con utensilios de cocina de tela). Cada vez que la veíamos, hablábamos durante horas: de sus largos años como profesora de instituto en barrios difíciles de Nápoles, del duro golpe que fue la temprana muerte de su marido (del que estaba enamorada como una colegiala); de su sueño de toda la vida de viajar a Nueva York (y que por fin iba a cumplir esas navidades, con Luca), de Italia, Grecia, el mundo, la vida… ¡pero, con todo lo que habló, la muy puñetera no nos contó que era escritora! Lo descubrimos por casualidad en la biblioteca de Scafati, donde nos trajeron dos libros firmados por Mafalda Vaccaro y nos dio tiempo a leer uno de ellos, un desgarrado poemario.

La Stazione di Boscoreale

La Stazione di Boscoreale

Lo de la biblioteca fue otro buen ejemplo de hospitalidad sureña. En Scafati estábamos bastante desconectados de internet por las dificultades para encontrar wi- fi gratis cerca (teníamos que caminar al menos media hora para llegar a sitios no muy cómodos donde poder conectarnos) y uno de los últimos días nos acercamos a la biblioteca, aunque nos habían dicho que no tenía. Estaba cerrada, pero pregunté a una chica que caminaba por dentro del edificio a qué hora volvía a abrir. «¿Sois españoles?», respondió en castellano, «Yo estoy estudiando español. Está cerrado pero ¡pasad!» Entramos bastante sorprendidos y nos presentó a las demás bibliotecarias, que nos recibieron con el mismo entusiasmo. Insistieron en darnos mandarinas y galletas y, por mucho que insistimos en que ya habíamos comido, Luisa, la entrañable encargada de la sección infantil, nos coaccionó a comernos su almuerzo bajo amenaza tajante de gravísima ofensa. Nos enseñó entusiasmada la sección infantil, y nos ofreció reiteradamente su ayuda para lo que necesitáramos. Después de toda la tarde allí, nos ofrecieron volver al día siguiente y quedarnos navegando hasta después del horario de cierre, si lo necesitábamos. Al día siguiente, Luisa nos invitó a café y chocolate: «¡es que nunca habíamos tenido unos españoles en la biblioteca!». Desde luego, España triunfa en Italia, y sobre todo en la Campania.

Hacia los últimos días conocimos a un grupo supermajete de gente que formaba parte de la asociación «La Stazione» de Boscoreale, otro pueblo de la zona. Cristina estaba en esta organización, que había restaurado una antigua estación de tren abandonada y llena de basura. Ahora era un espacio donde se daban cursos, conciertos, etc. Cenamos entre risas, nos enseñaron fotos de la restauración del espacio y nos ilustraron sobre dialectos locales: ¡ya no en cada provincia, sino en cada pueblo hay una lengua! Menos mal que los italianos llevan esto del plurilingüismo con mucha más racionalidad que los españoles de uno y otro bando.

Durante nuestra estancia en la Campania también nos «cultivamos» culturalmente, ¿o qué os creéis? Podréis leer nuestros merodeos por Pompeya, Salerno, Sorrento y Positano en el siguiente post.

3 Respuestas a “Campania: «Hospitality south»

Deja un comentario